Yage

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miércoles, 5 de octubre de 2016

RECORDANDO DESDE LA GRAN PANTALLA - El secreto de los Incas (1954)


Acceso a película completa “El secreto de los Incas” (1954)

Esta vez la película escogida para comentar, y que permita de manera comparativa, cotejar dos sistemas culturales indígenas suramericanos, es aquella interpretada por el actor norteamericano Charles Helston y la sopranos peruana - aunque en un papel secundarios - Yma Sumac, quien a propósito entona canciones propias de la tradición musical Quechua, lo que le ha valido ser reconocida como una de las máximas exponentes latinoamericanas que interesada por la riqueza cultural de los mal llamados Incas (nombre asignado solo a los regentes de este pueblo descendientes del sol), ha dado a conocer en tonadas y letras aparentemente incompresibles, sentimientos y hasta el pensamiento cosmogónico de este  importante pueblo originario. 

Para interés de este artículo, la película recuerda la importancia y significado que adquiere el  disco solar para los descendientes incaicos, así como la  posibilidad de volver a reivindicar la grandeza de este pueblo, quienes, a pesar de haber "cautivado" (sometido como esclavo) al astro  rey con la materialización en esta espectacular pieza, con la llegada de los procesos de conquista y colonización, habían perdido esta potestad, recuperable solo con el hallazgo nuevamente de la significativa pieza. 

Si bien, es inevitable que al ver la película, relacionemos al guía turístico encarnado por Helston con el más reciente personaje de Indiana Jones,  la cinta adquiere cierta importancia al destacar el simbolismo significativo que adquiere el oro para el pueblo Quechua, metal a través del cual se rememora su glorioso pasado colmado de poder y dominio sobre una vasta región de lo que ahora es Suramérica, mientras que la recuperación del preciado objeto, implica la resurrección de este pueblo sobre los demás colectivos y territorios que antaño dominaron.

El oro y en sí las piezas con forma discoidal, han sido tan importante para los Quechua como para otros pueblos amerindios suramericanos. Tal es el caso del significado que adquiere el metal como este tipo de piezas para los Muiscas, pueblo que además de asociar este preciado metal con ambos tipos de sus gobernantes – los Zipas y los Zaques -, reconocían como parte de su pueblo jerarquizado la presencia de orfebres como parte del segmento de los artesanos; rol por demás esencial a la hora de fabricar las piezas rituales y especialmente aquellas con destino funerario, pues la muerte y la creencia en la existencia de un lugar al que iban las personas fallecidas, especialmente su gobernantes, hacían parte del diario vivir de este pueblo.

Era común que se les enterrara a las máximas figuras como Zipas, Zaques y Jeques (sacerdotes) con alimentos como chicha, mantas y objetos de oro, pues se consideraba que todos estos elementos les serviría para emprender el camino en la dimensión de la muerte. El éxito de este recorrido definía el destino del linaje e incluso de sus descendientes y de su pueblo que quedaba en este plano material.

Al igual como se muestra en la película, los altos dignatarios y los jeques eran llevados a lugares sagrados cuya ubicación no podía ser revelada, asegurándose así la no profanación de sus tumbas y la caución de irrumpir y perjudicar el destino de su descendencia en el plano material.

Lamentablemente esta concepción de la muerte con una rica constelación de significados, ha sido desprestigiada y combatida en la modernidad por las sociedades colonizadoras occidentales, quienes impusieron el valor del metal sobre el significado de la pieza, menoscabando las creencias y el valor simbólico que adquiría el oro.

Independientemente de que se le valore el oro como metal precioso por la ahora sociedad globalizada – incluyendo los propios descendientes de ambos pueblos indígenas mencionados en este artículos -, hay quienes aprecian este mineral por cualidades todavía no corroboradas por ciencias como la física y la química, atribuyéndole poderes curativos, de concertación de energía y en general, la personificación de la supremacía que se puede llegar a tener no necesariamente sobre el plano físico y social de un territorio, sino porque permite la purificación y mantenimiento de recursos esenciales para la vida como lo es el agua.

Ya la ciencia con el paso del tiempo nos dirá si este material posee tanta valía por encima de su valor económico y social. Por lo pronto llama la atención que en los lugares de pagamento o entierros de comunidades indígenas cuyos conocimientos ancestrales conviven y superan a los tradicionales y recientemente adoptados, no se permite la extracción del metal bajo ninguna circunstancia, alegándose inclusive no solo el deterioro ambiental del territorio y sus recursos sino incluso, el ocaso de espíritus – dueños de mundo con los que se cuenta para armonizar la vida misma del colectivo.