Hasta hace algunos años, hablar de Patrimonio
Cultural implicaba circunscribirse exclusivamente a un conjunto de bienes
considerados esenciales por parte de un sector influyente de una sociedad;
bienes que encarnaba además valores absolutos y ahistóricos con los que
se promovían proyecto identitarios basado en la homogeneidad. Muchos de estos bienes se solían acumular en espacios
como museos, en calidad de “tesoros” preciados que fueran admirados por espectadores
en exhibiciones, corroborando prejuicios o consolidado imaginarios y
representaciones hegemónicas por parte de una sociedad dominante.
Gracias al giro
que tuvo la definición de Cultura con la proclamación de la Convenciónsobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural en 1972, hoy en día se habla de la transversalidad
de la cultura en la vida social de todo pueblo o comunidad, al
punto que ahora no solo se valora, significa y reconoce cualquier obra,
creación o producto artístico y/o cultural, sino también a aquellos saberes,
conocimientos, expresiones y prácticas culturales a través de los
cuales se trasmiten valores distintivos del colectivo.
Con este giro, se resalta la importancia de todos y cada uno de los miembros de
una comunidad como poseedores y transmisores de su Patrimonio Cultural, perspectiva que privilegia ante todo los
procesos sociales retroalimentados por el debate y la
participación de quienes hacen parte de la colectividad.
Este proceso de definición e identificación
del Patrimonio Cultural inherente a una colectividad (o «patrimonialización»), además de promover la
participación y la interacción de los diversos actores, poseedores y
transmisores de los saberes, conocimientos y prácticas, definen y deciden lo que se concibe como tal, aprenden rápidamente
que sus decisiones y elecciones, se aseguran de la apropiación social de aquellos
valores que la propia comunidad les atribuye y propician la construcción de lo
colectivo desde un enfoque cultural.
Esta «patrimonialización» que toma distancia de lo que anteriormente se concibió como el itinerario a tener en cuenta a la hora
de definir qué se concebía como Patrimonio Cultural, considera que no es el Estado ni los expertos los
encargados de decidir qué debe considerarse como tal, sino que los
reconocen en su rol de acompañamiento, orientación, diseño de herramientas y
marcos normativos que incidan en la salvaguardia de su Patrimonio.
Concebir el Patrimonio Cultural de una perspectiva amplia que valore la
contribución de las comunidades que lo detenta, facilitará la labor de
que el mismo sea interpretado como un
legado del pasado, que se estimula en el presente y se hereda a las futuras
generaciones. Implica por consiguiente, que la comunidad entienda que
dicho Patrimonio incluye la totalidad
de obras que evidencian la creatividad humana; obras entre las cuales
se puede contar la lengua que hablan, la forma como se organizan y se
relacionan en el ámbito familiar y social, los oficios que saben, aquello en lo
que creen, los conocimientos de la naturaleza y el trato que le dan al entorno
en el que viven, la forma como preparan sus alimentos, la curación del cuerpo o
el alma, la música o los bailes que escuchan y danzan, así como las celebraciones,
fiestas y rituales que hacen parte de sus formas de vida cotidiana, es decir,
todo aquello que se define como Patrimonio Cultural Inmaterial (P.C.I.).
La tarea entonces será la de salvaguardar un Patrimonio que les
ayudará a entender y a reflexionar quiénes son y cómo quieren ser,
proceso que los fortalecerá como miembros de la colectividad que buscan
mantener su cultura en tiempos de globalización, permitiéndose concebir un
modelo de desarrollo propio (denominado sostenible) que sea más acorde a sus
necesidades y su ritmo de vida.
En
el caso Miraña, un ejemplo de su Patrimonio Cultural es su cultura culinaria
como la receta presentada en el marco del Premio Nacional de Gastronomía en el
año 2007, titulado como Dorado Miraña,
receta que se presenta a continuación y cuyo significado aparece registrado en
el artículo “Améjimínaa majcho: la comida de nuestra gente, etnografía de la
alimentación entre los Miraña” que pude consultarse en el siguiente enlace AQUÍ.